""A RUA É NOSSA?
"De quién es la calle? ¿Quién hace la calle, quién la usa, para qué sirve? Un Ministro del Interior español ante un anuncio de manifestaciones aulló «la calle es mía»[1] y reprimió violentamente a una concentración pacífica. La respuesta fue que al domingo siguiente la ciudadanía de la principales ciudades españolas ocupó las calles para afirmar que la «calle es nuestra, es de todos»[2].
¿Qué es un puente? se preguntaba Julio Cortázar?[3] Una persona caminando por un puente. La calle solo realiza su «ser calle» en la medida que es usada por la gente. La calle es a la vez una realidad concreta y una metáfora de la ciudad. La ciudad concebida como espacio público, ámbito de la ciudadanía, dónde ésta se expresa como colectividad humana. La ciudad es «la gente en la calle».
El poder político, sea cual sea, teme a la gente en la calle. Su vocación es el «control». En unos casos de una manera explícita, amenazadora, violenta.[4] En otros casos de forma indirecta mediante priorizar la circulación, el diseño de espacios públicos que no permitieran las concentraciones (por ejemplo mediante zonas ajardinadas), permisividad ante la privatización de las calles por parte de los propietarios o ocupantes de los inmuebles adyacentes, supresión de elementos de mobiliario urbano que permiten la convivencia y el diálogo entre personas (por ejemplo los bancos), etc. Lo cual se completa con normativas de carácter represivo en aquéllas zonas más sensibles para el poder político. La gente en la calle es un potencial contrapoder. El Zócalo de Ciudad de México, la plaza emblemática que simboliza el alzamiento por la independencia, fue hasta los años 90 el espacio del poder establecido en el que estaban prohibidas las concentraciones ciudadanas. El diseño urbano en muchos casos tiene en cuenta esta voluntad represiva sobre la ciudadanía. Un caso muy evidente es el plan de Haussmann para el París de la segunda mitad del siglo XIX: las grandes avenidas facilitaban el uso de los carros militares y hacían poco eficaces las barricadas.
El espacio público es objeto de interés por parte de los intereses económicos. No nos referimos ahora al uso de la calle para actividades privadas lucrativas: terrazas, ambulantaje, publicidad, etc. Se trata de usos que si son limitados pueden ser compatibles con las diversas formas de utilizar el espacio público. Nos referimos al interés de los inversores y especuladores urbanos que pretenden apropiarse de espacios de vocación pública para aumentar un suelo valorizado, lo supresión de aquello que consideran desvalorización del entorno (como la presencia de población de ingresos bajos o de colectivos sociales que no complacen a los sectores altos) o la privatización de facto de espacios públicos reservados a los propietarios del entorno construido. Uno de los argumentos que «legitiman» estas operaciones es la «ideología del miedo», la obsesión securitaria, que justifica eliminar la presencia pública de las «clases peligrosas», como los jóvenes, los inmigrantes o los pobres.[5]"
Thiago Canettieri texto citando Gamonal! (é a primeira vez que vejo críticos de arquitetura e urbanismo citarem este evento!)""" sobre o link
Thiago Canettieri texto citando Gamonal! (é a primeira vez que vejo críticos de arquitetura e urbanismo citarem este evento!)""" sobre o link
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